Ondarroa y Mendexa

Koldo San Sebastián
Históricamente, los radicales vascos tienden a diseñar estrategias que, luego, con mayor o menor fortuna, tratan de imponer desde su minoría a la mayoría. Y así les va (y así nos va). Al mismo tiempo, cuando acercamientos o acuerdos de éstos con otros, los radicales no se resisten a tener la última palabra. Ocurrió en Lizarra y ha vuelto a ocurrir ahora. La consecuencia es que nadie quiere juntarse con ellos salvo en caso de extrema necesidad o que quiera debilitarse al PNV (Azpeitia y Zumaia). Por supuesto, nadie quiere dar cobertura legal a sus operaciones políticas. ¿Por qué habría de dárselas? Cada uno es responsable de lo que hace. O, al menos, debería serlo.
El día 27 de mayo se produjeron elecciones municipales. En Ondarroa y Mendexa, también. Y, en ambos municipios, ganó EAJ-PNV. Es cierto que, en medio de un alto el fuego permanente y predicando las bondades del proceso, fueron más los ciudadanos que optaron por el voto nulo (sabiendo que era nulo) en ambos municipios. ANV, desde el primer momento, trató de hacer valer el voto nulo como válido y, para ello, optó por el acoso, sobre todo, a quienes habían obtenido más votos válidos.

Las situaciones de Ondarroa y Mendexa eran distintas. En la primera, cuatro fuerzas políticas habían obtenido representación. En la segunda, sólo se había el PNV. En Ondárroa, solo tomó posesión de su cargo el concejal del PP. En Mendexa, los tres concejales que correspondían al PNV por el número de votos obtenidos. Y, en este segundo caso, se había hecho así como protesta contra la ley de Partidos. En ninguno de los dos municipios costeros, se constituyó la Corporación. A partir de aquel momento, arrancaba el procedimiento para la puesta en marcha de comisiones gestoras siguiendo la Ley Orgánica de Régimen Electoral. La gestora es un organismo administrativo de gestión como su nombre indica.

Mientras todo esto ocurre, ETA anuncia formalmente el final de la tregua, rota de hecho en diciembre con la voladura del aparcamiento de la Terminal 4, de Barajas, y el asesinato de dos pobres emigrantes ecuatorianos (algo de lo que se olvida el señor Burgoa en su carta). Simultáneamente, arrecian las presiones contra los representantes nacionalistas en los dos municipios citados. ANV sabe perfectamente que la única fórmula que tienen sus representantes de entrar en los ayuntamientos es bajo las siglas (y responsabilidad) de EAJ (la LOREG lo dice así). Y aquí surgen muchas interrogantes: ¿Por qué el PNV debe fiarse de ANV? Una cosa es la ley de partidos y otra, bien diferente, es que una organización política deba dar cobertura a otra de la que no se fía en absoluto para subsanar una ley española. ¿Qué la ley de partidos es una ley mala y antidemocrática? Claro que sí. Y, ¿no es mala y antidemocrática la violencia? Y, algo más, ¿están seguros los señores Burgoa y Urruzuno que ANV hubiese obtenido el mismo respaldo si ETA hubiese hecho el anuncio, por ejemplo, una semana antes de las elecciones? No estoy tan seguro. Por otro lado, la LOREG es una ley tan española como la de partidos. Habría que entender que, para ANV, hay leyes españolas buenas y leyes españolas malas, según convenga.

Aún así, y en el caso de Mendexa, miembros de la Junta Municipal del PNV mantuvieron varias reuniones con portavoces de ANV para buscar una salida a la situación del tipo que, dejando fuera la "macropolítica", todos y cada uno de los acuerdos se tomasen por consenso. Alguien debió decidir otra cosa porque, antes de que se celebrase la última reunión, miembros de la candidatura de ANV se habían manifestado frente a Sabin Etxea. La solución era: o todo o nada y, además, vosotros, el PNV nos dais toda la cobertura necesaria.

Uno tiene la impresión de que Batasuna ha querido hacer un experimento rupturista en Ondarroa (lo de Mendexa ha sido, sobre todo, un triunfo sobrevenido gracias en gran parte a un infiltrado en el PNV) y que, para que este experimento tuviese éxito, había que arrastrar al PNV. ¿Cómo? Con presiones y amenazas (y ataques físicos a sus bienes). ¿Cuáles van a ser las consecuencias? En estos momentos, por ejemplo, cualquier propuesta de acuerdos con Batasuna más allá de lo que afecta al conflicto y cuestiones muy puntuales por parte de cualquier miembro del PNV puede ser considerado como falta a sancionar.

Desde la experiencia de Mendexa y Ondarroa, tengo para mí que habrá que esperar una generación antes de cerrar acuerdos estratégicos del tipo de Lizarra, eso sí, en ausencia definitiva de violencia. Aunque quizá era esto lo que, realmente, buscaba ANV.

Fuente:
http://www.deia.com/es/impresa/2007/08/06/bizkaia/iritzia/389919.php