Navarra en venta, sainete en tres actos

Uxue Barkos
"ALGO huele a podrido en el reino de Dinamarca..." Hamlet , acto I.

Nos lo quisieron contar como un drama shakesperiano -Navarra, el ser o no ser de España- pero ni los actores, ni la trama elegida por los urdidores tienen categoría tal: el manido y pobre "Navarra se vende" ha quedado en un mal sainete. Tan malo en su estructura, que una vez concluido ni tan siquiera dibuja con un mínimo de nitidez el desenlace: tenemos presidente, pero investido bajo la amenaza de la moción de censura; tenemos presidente, pero que en su misma investidura amenaza con adelanto electoral. Y para colmo de incoherencia soez, estos son los argumentos de quienes han querido disfrazar su papel en el sainete con la escenografía de la estabilidad. Por el contrario, y como siempre, el único pagano de la situación, el ciudadano. Esta vez, los hombres y mujeres de Navarra.

Primer acto

La manifestación

Como prólogo, los meses interminables de alerta, o más que alerta alarma ante la hipotética venta que Zapatero haría de Navarra como pago político en las conversaciones con ETA. Meses de alarma y miedo que sin embargo no iban más allá del amago... ¡porque todo era prólogo! El sainete no comenzaría hasta no tener dibujado bien nítido el horizonte de las elecciones. Y llegó el día. 17 de marzo, una convocatoria multitudinaria para sacar a escena el miedo bien calculado con el que manejar el escenario pre-electoral. De nada valía el final de facto del alto el fuego; de nada por lo tanto el final del supuesto peligro anunciado. Había que escenificar en Pamplona un ejercicio de fuerza sacando el miedo a la calle. Y lo hicieron: escenografía pintoresca -boinas rojas desempolvadas conviviendo con toro-osbornes neoimperiales-; ordenamiento puntilloso y forzado de la jerarquía foral en primera fila y la central en segunda; alguna corbata convergente y despistada; y como colofón -quedará para los restos- en las mesitas de oferta de banderas, precio sólo para la rojigualda. Un escenario colorista y pinturero tanto como los monólogos, todos ellos sólo uno en el mensaje: Navarra seguía en peligro hasta las elecciones, porque los socialistas, porque Zapatero estaba dispuesto a vender Navarra a los terroristas.

Segundo acto

Las elecciones, Navarra objeto-sujeto

Y sobre los ecos del primer acto se construyó el segundo… ¡en dirección contraria! Ahora los socialistas eran el socio necesario. Sólo ellos, sólo Zapatero podía asegurar el futuro de Navarra, eso sí: en la dirección marcada por UPPN . El otrora responsable de los desvelos, de los miedos de los mejores navarros se convertía en las semanas previas al 27 de mayo en el llamado a salvar Navarra. Si no, el caos. Y los hombres y mujeres de la Comunidad Foral hablaron el 27 de mayo. El dato cierto, fuerte y claro es que UPPN no consiguió la mayoría absoluta. Así, el socio necesario pasaba a ser el socio deseado. Y en la mejor estructura sainetesca, los insultados, los despreciados, los vilipendiados pasaban a ser los deseados, sin mayor solución de continuidad. ¿Coherencia, para qué? Pero hubo un hecho en todo este sainete, esta vez con tintes de drama, que permitió a unos y otros disfrazar de coherencia mínima el último acto: el comunicado de ETA rompiendo de modo oficial el alto el fuego. La decisión de los hombres y mujeres de Navarra valía ya de poco. Navarra como sujeto político, protagonista y responsable de su futuro volvía de nuevo a segundo plano para dar paso una vez más a ser la Navarra objeto, objeto de afán partidario que jugaron y decidieron populares, socialistas, con ETA como señuelo de sus intereses.

Tercer acto

Navarra en multipropiedad

Tenían razón los populares: Navarra se vendía. Y tenían razón los populares, la vendían los socialistas. Lo que nunca dijeron los populares es que se la vendían a ellos y que ellos estaban dispuestos a comprarla. Lo que quizá no sepan los populares (ni sabemos muchos, pero queda la certeza de la lógica) es que si ha sido vendida lo ha podido ser también en la línea que ellos apuntaban, y por lo tanto: ¡en multipropiedad! No lo digo yo, lo dijo el propio presidente Sanz a las pocas horas de su investidura: sin el comunicado de ETA, su cuarta presidencia no se hubiera producido.

Más allá del sainete, está la realidad de una sociedad con deseo de cambio y que se expresará cuantas veces sea necesario. Madrid no puede imponer una sola vez más a Navarra una democracia de baja calidad que no respete el ámbito de decisión de sus ciudadanos. El mapa político de Navarra nada tiene que ver con la pretendida gobernabilidad pactada en Gobelas. Ni UPN puede hacer guiños más allá de gestos intrascendentes a riesgo de que su militancia y votantes acaben bizcos de tanta falsa seña en la partida; ni su pretendida voluntad de formar grupo parlamentario en el Congreso será admitida por parte importante de su electorado ni, por supuesto, por un PP que no permite en su seno diferencias más allá de su rancio españolismo. Pero mucho peor se avecina el panorama de un PSN, forzado a aceptar la indignidad de contravenir la voluntad de sus votantes, de su militancia y de sus dirigentes y representantes. El presidente Zapatero ha perdido una inmejorable oportunidad para hacer pedagogía del Estado plurinacional que tanto predicó al inicio de la legislatura y que practicó en Cataluña y Galicia; anteponer hipotéticos cálculos electorales rindiéndose a las presiones del PP es una clara muestra de incoherencia política y de falta de proyecto.

De ETA sería mejor ni hablar, si no fuera porque han sido y son los más interesados en hacer imposible el cambio que anhela la sociedad navarra; un cambio que por supuesto empieza por la convivencia pacífica que sus pistolas, su extorsión y su violencia callejera nos han negado a todos; y su entorno político, en esta situación que vulnera el ámbito de decisión navarro, calla, luego otorga, la componenda PSOE-PP que evita la gobernabilidad con fuerzas abertzales en Nafarroa.

Todo este escenario político repleto de incoherencias sólo obedece a un fenómeno surgido hace ahora poco más de tres años. La unidad en torno a un proyecto político que, mal que les pese a muchos, va más allá de meros símbolos identitarios y que es profundamente plural, social y transversal. Nafarroa Bai nació con la voluntad de aportar a la sociedad un proyecto con nuevas formas de hacer política. Es ese aire fresco y el hartazgo de ser gobernados por los de siempre, como siempre y para lo de siempre lo que en sólo tres años ha llevado a Nafarroa Bai a ser la segunda fuerza política de Navarra, en algunos casos como el de Pamplona con el doble de representación que la tercera fuerza. Saben todos que esto ya no se detiene. Así que si alguno de los tres actores ha tenido alguna vez la tentación de ver en Nafarroa Bai al apaleado de su sainete, se equivoca… como siempre.

Nos queda camino amplio y limpio por delante, aunque arduo. Nos quedan retos como la articulación de una estructura interna más sólida porque nos lo pide la situación actual; nos queda dar respuesta a todas aquellas voces que piden compartir y militar, trabajar y aportar al proyecto; nos queda trabajo y nos esperan resultados. El reto es nuestro y de todos. De Nafarroa Bai y del conjunto de la sociedad navarra. Desde luego, algo huele a podrido en el Reyno de Navarra.