La mala uva del porquerizo - Crónica desde la Piara

El cerdo Tiburzio
Tiene guasa la cosa. Aquí Eneko, que es como se llama mi porquerizo, se ha declarado antitaurino. -Una crueldad innecesaria.-; -Hasta los animales merecen algo más de dignidad.-, declara ante mis puercas narices tras leer el periódico y enterarse de que todos esos toros que hacen correr por la calle Estafeta acaban dejando este mundo sin haber probado pipas facundo.

Y tiene guasa, decía, porque el muy cerdo (mira que tener que ser yo el que lo diga) nos tiene a doscientos gorrinos metidos en una nave industrial de 50 x 5 de la que solo salimos para visitar el matadero después del preceptivo engorde gracias al cual el jamón llega hasta la pezuña e hígado y riñones son solo uno.

Al parecer en el periódico ese, que no es el que todos pensáis, también ha leído un artículo de opinión del Josu Jon y se le ha encendido el ánimo. Y es que el guipuzcoano, que todavía es presidente del EBB, ha decidido morir matando, a lo Custer en Little Big Horn. Es decir, llevándose por delante un buen número de indios y vaqueros, que para cabalgar por el Valhalla tanto da amigo que enemigo y al final lo importante es que le recuerden a uno, lo mismo da el por qué.

Como venía diciendo, Tiberio y yo hemos decido escuchar la diatriba del jauntxo desde la distancia, no vaya a ser que entre estertor y estertor le de por descargar su rabia en nuestro lomo. Y como este finde se ha traído unos amigos al txoko, como le gusta a esta cuadrilla lo de los txokos, pues hemos tenido diversidad de opiniones, que no divergencia.

Como os podéis imaginar y para variar todos han entrado al trapo con más ganas e ilusión que Tiberio en una pastelería. Hemos escuchado de todo, que si Judas; que si la ikurriña ya no ondea en la casa; que si el lehendakari de todos los vascos y vascas ha sido desautorizado (yo que pensaba que este lenguaje ridículamente correcto y correcta era cosa exclusiva de políticos y políticas); etc. Hasta me ha dado la sensación de que estamos cerca del apocalípsis, tanto que igual Tiberio se libra de ser rifado.

Y Tiberio, que como ya os dije tiene salidas sorprendentes, me ha dicho que esto de pintar las cosas tan mal y convertir al que disiente de ti un poco menos que tu enemigo mortal le recuerda a lo de la tierra quemada.

-¿A la tierra qué?- Le he preguntado, ignorante de mi. –A lo de Atila, rey de los hunos, que por donde pisaba su caballo ya no volvía a crecer la hierba.

-Pues no se, Tiberio, no se. Pero desde luego, tanto me da que sea rey de los unos o de los otros, el caso es que entre todos van obligarnos a cruzar a nado, que puente no va a quedar en pie ni uno.


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